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Filón de Alejandría (en griego: Φίλων ὁ Ἀλεξανδρεύς, Philôn ho Alexandreus; en latín: Philo Judaeus, «Filón el judío»; en hebreo: פילון האלכסנדרוני, Filôn Haleksandrôny) fue un filósofo judío helenístico nacido alrededor del año 20 a. C. en Alejandría, donde murió alrededor del 45 d. C. Contemporáneo al inicio de la era cristiana, vivió en Alejandría, entonces el gran centro intelectual del Mediterráneo. La ciudad tenía una fuerte comunidad judía de la que Filón fue uno de sus representantes ante las autoridades romanas. Su abundante trabajo es principalmente apologético, con la intención de demostrar la combinación perfecta entre la fe judía y la filosofía helenística.
Filón fue el primero en pensar en Dios como el arquitecto del universo, a diferencia de Platón (para quien el demiurgo es un artesano) y de Aristóteles (para quien el mundo es increado). En su obra concedió gran importancia a la Providencia divina y a la gracia, reconociendo que el mundo es de Dios y no de los hombres. Entonces, si bien los seres humanos pueden tener algún parentesco espiritual con Dios, no están en el mismo rango que él. Creer lo contrario sería sucumbir al mal. Dios actúa mediante los poderes divinos: el que crea, el que ordena, el que prohíbe, la compasión o la misericordia y finalmente el poder real o soberano. Para Filón, existen dos clases de ángeles: los que ayudaron a Dios a crear el mundo y los que ayudan a los hombres en su ascenso a Dios.
En su ética, Filón diferenció las malas pasiones (deseo, miedo, tristeza y placer) de las buenas (alegría, precaución y querer). Comparó los cuatro ríos del paraíso con las cuatro virtudes de prudencia (o dominio propio), templanza, valentía y justicia. Para Filón, los seres virtuosos son beneficiosos para quienes los rodean y encuentran su propia recompensa en acciones rectas y virtuosas. Sin embargo, los seres humanos no son virtuosos por naturaleza y necesitan leyes adaptadas, derivadas de la ley natural, para vivir juntos lo mejor que puedan. Por tanto, si bien Filón sostuvo (siguiendo a los estoicos) que los hombres pertenecen a una comunidad natural, creía que debían dividirse en naciones para ser viables.
Si bien para Filón la democracia es la mejor forma de gobierno, siempre la consideró amenazada por un exceso de libertad o por la debilidad de sus líderes. Por tanto, insistió en que estos últimos debían ser sabios y estar preocupados por la justicia y la igualdad. Finalmente, aunque reconoce la necesidad de la política, muestra cierta desconfianza hacia las figuras políticas simbolizadas por la persona de José (el hijo de Jacob) hacia quien tiene sentimientos ambivalentes.
Filón interpretó la Biblia a través de la filosofía griega, apoyándose principalmente en Platón y en los estoicos. Esto resultó en los siglos siguientes en una sumisión de la filosofía a las Escrituras. Si bien el pensamiento de Filón impregnó a los padres de la Iglesia, como Orígenes de Alejandría, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona, su influencia fue débil en la tradición judía, en particular en la tradición rabínica que nació uno o dos siglos después de su muerte. Parte de esto se debe a su uso de la Septuaginta (la Biblia traducida al griego) en lugar de la Biblia hebrea y su interpretación alegórica de la Torá. Su obra también da referencias sobre movimientos religiosos hoy desaparecidos, como los terapeutas de Alejandría.